Este detector del pánico podría existir también en el ser humano, aunque sería menos sensible, explica Denise Chen, psicóloga de la Universidad Rice de Houston, EEUU.
Chen y su equipo sometieron a un grupo de voluntarios a una primera prueba en la que, durante una sesión de películas de terror, recogieron con gasas el sudor de sus axilas.
En una segunda fase, debían responder a una serie de preguntas mientras olfateaban aleatoriamente las gasas impregnadas en el humor axilar con otras humedecidas en otros aromas. El resultado fue que las respuestas eran más rápidas y efectivas bajo el efecto de la hediondez a miedo.